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Una temperatura alta alrededor del parto provoca estrés en las cerdas

El uso de un simple termómetro o técnicas menos habituales como la termografía para diagnosticar situaciones delicadas de forma barata, sencilla y objetiva.

Artículo comentado

R. Muns J. Malmkvist M. L. V. Larsen D. Sørensen L. J. Pedersen. 2016. High environmental temperature around farrowing induced heat stress in crated sows. Journal of Animal Science 94 (1), 377–384. https://doi.org/10.2527/jas.2015-9623
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Comentario

Es de todos conocido que la temperatura de confort del lechón al nacimiento y las primeras 24-48 horas de vida supera los 30ºC mientras la de la cerda idealmente no debería sobrepasar los 20ºC. Una de las principales características de una buena instalación de maternidad es procurar generar condiciones ambientales distintas (fundamentalmente la temperatura) para la cerda y para la camada. Para lograrlo se realizan esfuerzos de todo tipo que empiezan por construir o disponer de salas con un buen aislamiento térmico, sigue con implementar un sistema de ventilación efectivo (capaz de renovar el aire adecuadamente y de regular la temperatura ambiental de la sala) y, finalmente, contar con un sistema de calefacción efectivo para climatizar la zona destinada a los lechones. Aunque no es difícil convencer al empresario ganadero pera que se introduzcan mejoras en la maternidad, la realidad de nuestras granjas muy a menudo no permite ejercer un control efectivo de las condiciones ambientales en las salas. De hecho, en países con una marcada estacionalidad no es fácil conseguir una instalación que funcione correctamente en invierno y en verano. En estas condiciones, podríamos considerar que una buena instalación sería aquella capaz de mantener el ambiente cercano al “ideal” el 90 % de los días del año. En condiciones mediterráneas y en verano no es excepcional alcanzar temperaturas medias superiores a 25ºC a nivel del cuerpo de la cerda en las maternidades. Por otra parte, incluso en otros periodos del año, es una norma habitual de manejo poner en marcha la calefacción un día antes de la fecha teórica de parto y, cuando el control de la temperatura ambiental resulta complicado y la separación de los dos ambientes climáticos imposible, se suele recomendar priorizar la camada al menos las primeras 48 horas post-parto y a continuación ocuparse de la cerda para optimizar la producción de leche.

Aunque el experimento fue realizado en Dinamarca muestra resultados que indican que el estrés por calor condiciona el parto y el devenir productivo de la camada. Realizan un experimento que va desde la entrada de la cerda a la maternidad (108 días de gestación) hasta 9 días post-parto. Disponen de salas de maternidad con ambiente controlado y realizan dos tratamientos experimentales: control, donde la temperatura ambiente de la sala se mantiene constante a 20ºC y caluroso, donde la temperatura aumenta de 20 a 25ºC entre el día 112 y el parto (115) y se reduce progresivamente hasta los valores iniciales a día 3 post-parto. Las cerdas alojadas en ambiente caluroso experimentan un mayor estrés por calor que las control. De hecho, descansan mayor proporción de tiempo en decúbito lateral, tienen un mayor ritmo respiratorio (33-50% superior el día del parto y el anterior) y la temperatura rectal y en la superficie de la glándula mamaria es de 1,0 y 0,9ºC más, respectivamente. El tratamiento no afectó al número de nacidos, ni vivos ni totales, pero las cerdas en ambiente caluroso tienden a tener partos más prolongados, al finalizar la primera semana de lactación ingieren casi 1 kg menos de pienso diario y destetan lechones más ligeros a los 21 días.

El hecho de que los resultados no se hayan obtenido en condiciones comerciales, donde existe una clara variación diaria de la temperatura dentro de las salas, y que se genera un estrés por calor repentino sin posibilidad de adaptación justo antes del parto pueda condicionar la interpretación; pero, en nuestra opinión, estamos ante una prueba más que indica que sin disponer de instalaciones adecuadas es difícil optimizar el bienestar y el rendimiento productivo de las cerdas en la maternidad. Por otra parte, la aportación práctica más relevante del trabajo quizás no sean los resultados sino la posibilidad de utilizar un instrumento tan común como el termómetro y/o técnicas menos habituales como la termografía para diagnosticar situaciones delicadas, de dificultad de adaptación, de forma barata, sencilla y objetiva. La postura adoptada por los animales sería otro método a considerar pero mucho más difícil de objetivar.

Resumen del artículo comentado

R. Muns J. Malmkvist M. L. V. Larsen D. Sørensen L. J. Pedersen. 2016. High environmental temperature around farrowing induced heat stress in crated sows. Journal of Animal Science 94 (1), 377–384. https://doi.org/10.2527/jas.2015-9623

El objetivo de ese experimento fue estudiar el impacto de una temperatura ambiental elevada (25°C) alrededor del parto en cerdas en jaulas que no pueden realizar un comportamiento termoregulador. Para ello, se alojaron veinte cerdas en 2 salas de parto en jaulas convencionales. En 1 sala (CONTROL) se mantuvo la temperatura a 20°C. En la otra (CALIENTE) se estableció una temperatura inicial de 20°C que se fue incrementando gradualmente hasta los 25°C desde los 112 hasta los 115 días de gestación. Después se redujo gradualmente hasta los 20°C. Se grabó continuamente a las cerdas en vídeo para evaluar su comportamiento. Se registraron las tasas de respiración de las cerdas desde 3 días antes hasta días 5 después del parto, las temperaturas rectales desde 1 día antes hasta 8 días después del parto y la temperatura de la superficie de la ubre desde el día del parto hasta 3 días después. Todas las medidas se anotaron diariamente. El peso corporal de las cerdas se registró el día 108 de gestación y al parto. La grasa dorsal se midió el día del parto, cuando la temperatura de la sala volvió a alcanzar los 20°C y al destete. Los lechones se pesaron a los 1, 14 y 21 días.

Las cerdas de la sala CALIENTE pasaron una mayor parte del tiempo yaciendo de lado que las CONTROL, tanto durante las 16 h antes como durante las 24 h después del inicio del parto (P < 0,05), pero no hubo diferencia en la cantidad de tiempo que pasaron estiradas las cerdas de ambos grupos (P > 0,10). El grupo CALIENTE tuvo una temperatura rectal superior el día 1 tras el parto (P < 0,05); la temperatura superficial de la ubre también fue más elevada, concretamente 0,9°C más durante todo el periodo registrado (P < 0,05). La duración del parto del grupo CALIENTE tendió a ser más larga (P < 0,10). La tasa de respiración fue superior en las cerdas de la sala CALIENTE el día 1 antes del parto y el día después. Los días 7, 8 y 9, las cerdas CONTROL consumieron más pienso (P < 0,05) y sus lechones fueron más pesados a los 21 días tras el parto (P < 0,05). La temperatura elevada alrededor del parto alteró el comportamiento postural de las cerdas. Reaccionaron al desafío térmico con con una tasa de respiración más elevada alrededor del parto, pero tanto sus temperaturas rectales como de la superficie de la ubre estaban elevadas, indicando que no eran capaces de compensar la elevada temperatura ambiente. La temperatura ambiental elevada afectó negativamente el consumo de las cerdas, con un impacto negativo sobre el peso al destete de los lechones. Una temperatura elevada alrededor del parto (25°C) compromete el bienestar de las cerdas en jaulas, con un impacto potencial negativo sobre el rendimiento de sus camadas.

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